El escritor malagueño Antonio Soler, nuevo doctor honoris causa por la UMA
Su padrino, el profesor Hipólito Esteban, destaca su capacidad para dibujar el ‘Universo Soler’, una realidad ficcional ambientada en Málaga
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El escritor malagueño Antonio Soler, autor, entre otras, de las novelas ‘El camino de los ingleses’ o ‘Las bailarinas muertas’, ha sido investido hoy como doctor honoris causa por la Universidad de Málaga en un acto celebrado en el Paraninfo, en el que ha actuado como padrino el profesor de Filología Española Hipólito Esteban Soler.
El homenajeado ha recibido los elementos que le acreditan con tal honor -el título, la medalla, el birrete, los guantes, el Libro de la Ciencia y el anillo- de manos del rector, José Ángel Narváez. Han asistido a la ceremonia numerosos miembros del mundo literario de la provincia –entre ellos la poetisa y honoris causa de la UMA María Victoria Atencia- y varios representantes institucionales, como la consejera de Educación, Adelaida de la Calle, y el alcalde de la ciudad, Francisco de la Torre.
La Universidad distingue a Soler por “la excepcional categoría artística de sus creaciones”, por “el universo funcional malagueño de buena parte de su narrativa y por su militancia intelectual, proyectados hacia una dimensión universal”, según ha expresado el profesor Esteban en su laudatio.
Antonio Soler (Málaga, 1956) tiene en su haber importantes galardones literarios, entre ellos el Premio Nadal, el Premio Primavera, el Premio de la Crítica y el Herralde. Su padrino ha destacado en su discurso su capacidad para dibujar lo que denomina como el ‘Universo Soler’, una realidad ficcional ambientada en Málaga.
Camino de Antequera
Su niñez en el Camino de Antequera, vivencias esenciales en la calle, la pandilla, el colegio, el deporte…. Todo tiene importancia en el citado universo, el que el actor Antonio Banderas convirtió en la película ‘El camino de los ingleses’ en una de sus incursiones en la dirección cinematográfica, con guión del propio Soler.
La Laudatio leída hoy en el Paraninfo hace un repaso de sus inicios en el mundo de la escritura: el primer trabajo que su hermana presentó por él, merecedor del segundo premio Ignacio Aldecoa, allá por 1979, y, a partir de entonces, su dedicación a la Literatura. En un principio, de manera ‘amateur’ y, progresivamente, de un modo intenso hasta el día de hoy.
La Literatura como forma de relacionarse con el mundo y como viaje al fondo de sí mismo. Viajes, galardones, estancias, novelas… hasta consolidar un rasgo definitorio de su obra: “la trasmutación de un espacio extraído de la realidad concreta inmediata de Málaga, bautizado como el Territorio Soler, un universo literario con identidad propia que en su globalidad conforma una sola y poliédrica obra, con magníficas entregas, de una amplia y compleja realidad ficcional”.
Se ha referido el padrino al “lector reacio a leer algunas de las novelas de Soler porque transcurren en Eugenio Gross”. A ellos les ha recordado la consideración de Miguel de Delibes, quien decía que “la universalidad del escritor debe conseguirse a través de un localismo sutilmente visto y estéticamente interpretado”.
“Volver a casa”
En su turno de palabra y después de recibir los atributos que le confieren el nombramiento, Antonio Soler se ha mostrado emocionado por entrar en el Claustro de la Universidad de Málaga. “Escribir es volver a casa. Escribir es un largo camino para llegar al punto de partida. Al origen”, ha empezado su discurso, para después asegurar que llega “a este templo del conocimiento que es la Universidad lleno de gratitud. No sólo porque ustedes hayan estimado que mi recorrido personal no ha sido descabellado (…), sino también por que consideren que esa aventura, la de escribir, la de la invención de mundos paralelos, merece ser acogida en este santuario”.
Ha recordado Soler sus primeros años, “cuando me encerraba en una habituación iluminada por una luz amarillenta a leer libros de Emilio Salgari” para buscar evasión, divertimento y huida”. También ha rememorado sus lecturas, sus referentes literarios, su inseguridad (“mi mejor aliada, una forma de estar alerta”) y su dedicación a la escritura.
“Siempre supe que la Literatura era más que una profesión. Era una forma de vida”.
Ha concluido su discurso volviendo a su tierra y repitiendo las palabras del inicio: “Escribir es volver a casa. Y les aseguro que ninguna casa puede ser más acogedora y más habitable que la que se levanta en la tierra propia y sobre los pilares del conocimiento y la razón”.
Por su parte, el rector ha mostrado “la admiración que suscita su obra, desde la fascinación de su creatividad a su pasión literaria”. José Ángel Narváez ha recordado al niño solitario de los setenta, su manera de descubrir el mundo a partir de un grano de arena. La Málaga que luego se asomaría a su literatura”.
Ha aprovechado el rector el acto de investidura para reivindicar los estudios de Letras. “Hoy las palabras de Antonio Soler añaden una voz nueva en el Claustro de una universidad pública que defiende las Humanidades. Una voz que habla de compromiso ético, de talento y de voluntad. La Lengua y la Literatura, la Historia, la Filosofía, las Artes… son pilares fundamentales de nuestra civilización y de nuestra cultura. (…) Sería lamentable que, arrastrados por los objetivos de rentabilidad, se reorientasen las políticas educativas hasta subordinarlas al beneficio inmediato”.
Ha añadido Narváez que no hay que dejar de lado la formación de ciudadanos críticos. A su juicio, peor sería, aún, “que los universitarios nos resignáramos a ello. A veces se pretende formar a los jóvenes desde la idea de que sólo las ciencias experimentales y la tecnología pueden llevar al éxito y, por tanto, al enriquecimiento económico (…). La Universidad pública tiene que desempeñar un papel primordial en la defensa de las Humanidades, porque éstas no son saberes residuales, sino que representan una esperanza de futuro”.
En este escenario, el rector ha señalado que la Literatura “es un estímulo para aprender nuevos modelos de armar la realidad”. “La novela de Antonio Soler –ha proseguido- guarda la memoria de nuestra propia historia”.